Áreas protegidas
En El Salvador existe una Ley de áreas naturales protegidas, que le otorga al Ministerio de Medio Ambiente la potestad de declararlas por medio de un decreto ejecutivo. De acuerdo a la legislación, dichas áreas pueden estar localizadas en territorio nacional de propiedad del Estado, de un municipio, de entes autónomos o privados y de personas naturales.
Ares Protegidas
En El Salvador existe una Ley de áreas naturales protegidas, que le otorga al Ministerio de Medio Ambiente la potestad de declararlas por medio de un decreto ejecutivo. De acuerdo a la legislación, dichas áreas pueden estar localizadas en territorio nacional de propiedad del Estado, de un municipio, de entes autónomos o privados y de personas naturales. Hasta el mes de abril del año 2010 el número de áreas naturales protegidas era de setenta. Entre ellas destacan el Parque Nacional de los Volcanes, que comprende a tres importantes volcanes de la cordillera Apaneca-Ilamatepec: el Izalco, Santa Ana y Cerro Verde; el Parque Nacional Montecristo, parte de la Reserva de la biosfera Trifinio; Parque Nacional El Imposible; volcán Tecapa, en el que se ubica también la Laguna de Alegría; Parque Nacional El Boquerón en el volcán de San Salvador; el arrecife Los Cóbanos; Complejo Conchagua; el Parque del Bicentenario, etc. También existen sitios RAMSAR como el complejo Jaltepeque, laguna El Jocotal, Bahía de Jiquilisco, embalse del Cerrón Grande, laguna de Olomega y complejo Güija.
Sin embargo, El Salvador es considerado el país más deforestado de Centroamérica. Para el año 2006, la extensión de bosque, incluyendo manglares, era 2.665 km que equivalía a 12,6% del territorio, el cual correspondía a 1,1% del bosque regional. Los factores de la reducción del área boscosa han sido ocasionadas por los ciclos históricos de producción agrícola que empezó con la explotación del añil, y continuó con el café y el algodón; además, la alta presión poblacional que sobrepasa los 300 habitantes por kilómetro cuadrado, ocasiona la demanda de leña para cocinar y tierra para fines agrícolas. Toda esta degradación magnifica la incidencia de los fenómenos naturales que provocan deslizamientos de tierras, inundaciones o pérdida de suelo fértil.
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